El gigante de los cereales

En un país que mi memoria no recuerda el nombre vivía un gigante en la falda de una montaña. Su casa era de piedras grandes como colinas y no tenía ventanas, pues era una especie de cueva inmensa, recogida de los bravosos vientos. Delante se extendían majadas donde pastaban sus vacas; y verdes bosques y claros que la luz plateada no dejaba ver su final. ¡Si os encontráis alguna vez por allí acordaros de estas palabras!¡Os acordaréis de las casitas alejadas de ganaderos y agricultores y de las granjas dispersas que por ahí había!
       Antes de despuntar el alba, el gigante recorría el país de cabo a rabo y tocaba, atrapaba y convertía en galleta de chocolate todo lo que viese suculento. Luego llegaba cansado a sus majadas, ordeñaba a la vaca gorda que más le apetecía y se preparaba para ponerse las botas. Luego el gigante se servía el cuenco de leche que era tan hondo como una poza y tan grande como un pequeño velero, y se llevaba al estómago a cientos de seres vivos que iban muriendo día tras días por aquel gigante comilón. La noticia corría por el país, puesto que la preocupación tenía su eco entre la cantidad de pobladores que lo habitaban. ¡Algo deberían hacer ellos al respecto! La población iba disminuyendo y eso era un peligro que con los días iba adquiriendo mayor magnitud.
       Hubo una vez que el gigante de los cereales madrugó más que de costumbre y avanzó hasta que llegó a un claro verde y bañado por la luz blanca del sol. En el camino se había granjeado a dos lobos y a un viejo mago que había convertido en su preferida comida, la cual no hace falta que os la recuerde. Entretanto, en el claro en el que estaba, sólo había un par de cervatillos que pastaban inocentemente y a su aire. El gigante fue a por ellos; intentaron huir pero para entonces fue tarde. Bastó con tocarles y… y…, sin remedio, ¡pumfff! acabaron en el fondo del saco de galletas. 
       Mientras el gigante se perdía por allí buscando a más víctimas, los cientos de ganaderos que tenían sus casas pegadas a las majadas del gigante, aprovecharon su ausencia matutina para robarle las lustrosas vacas y llevárselas a sus casas. Los agricultores también hicieron lo propio, se encargaron de su trabajo y su tarea esta vez era levantar la tierra, ararla y sembrarla. Lo más impresionante de todo es que estas semillas que utilizaban eran de crecimiento superrápido. Por lo tanto, cuando los ganaderos hubieron de llevarse las vacas robadas, los agricultores para entonces habían sembrado esos prados transformándolos en maizales y trigales, que se perdían a la vista.
       Bien de cierto, cuando el gigante llegó se encontró que las vacas habían desaparecido. ¿Pero cómo? ¿Qué había ocurrido? ¡Estaba enervado el grandullón! ¡Estaba de muy mal humor! ¡¡Ya no podía tomarse los cereales que tanto deseaba, ya que, además, esa mañana había convertido en galleta a multitud de desgraciados! ¡De todas formas lo que más le molestaba era, sin género de dudas, no poder comerse lo que tanto quería!, de manera que no le quedó otra opción que aguantarse. Sin embargo, los cereales sin leche para él eran como una noche sin luna para un enamorado o como un río sin agua para un sediento. ¿Cómo le podía haber pasado? El gigante observó los maizales y trigales que tenía ante sus ojos y con el paso de las semanas empezó a recolectar todo aquello al no conseguir ni una gota de leche, de manera que le empezó a gustar el tema de la siembra, le empezó a agradar los vegetales y ese tipo de alimentos sanos, acostumbrándose tanto a ellos que renunció sin remedio a los tradicionales cereales de chocolate.
       Poco a poco al rechazar el gigante lo que creía como irrechazable, se hizo colega y amigo de muchos que antes les veía como comida y se ganó el favor de multitud de buenas criaturas y de gentes importantes. Y al fin, por suerte, el gigante nunca se enteró del paradero de sus vacas porque los ganaderos ni los agricultores nunca se lo confesaron y las escondieron en lugar seguro. Antes de acabar ese año, una estrella fugaz batió el cielo azulado y convirtió a los sacos de galletas de cereales, en las figuras originales que habían sido, y así, aquel país vivió feliz para toda su existencia.
 
FIN
 
 
 
   

Comentarios

  1. Hermoso cuento. Me encantó la creatividad y la imaginación del autor se destacan en éste precioso cuento lleno de fantasía. Te felicito !!!
    Que tengas un lindo comienzo de semana !. Te deseo muchos éxitos !!!. Te saluda María Alejandra Avilés de Buenos Aires, Argentina 🇦🇷❤️😘😘😘😊

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