La culebra fastidiosa
Una culebra habitaba en un lejano campo. Enfadosa era con los demás aparte de
molestar a todos los habitantes del lugar. Sin duda con los que menos hacia
migas era con los topos que solo trataban ocasionalmente con la culebra debido a
los fastidios que ocasionaba. Todos los días reptaba entre la hierba, molestaba
a las cabras y ternerillos que tomaban el sol, pero siempre volvía al mismo punto y acababa arruinando los agujeros que hacían los topos para entrar en
ellos solo por el mero hecho de que se regocijaba en el mal ajeno.
La culebra, malacostumbraba a tapar los orificios con el extremo de su larga cola,
justificando esto el comportamiento y el pensamiento de los topos sobre el
reptil, que para nada eran buenos... Una tarde antes de que obstruyera con la
cola una de las entradas a los pequeños túneles, un topo se acercó y dijo con
voz tranquila delante de la culebra: - Señora Culebra le rogaría que no taponara
ni rompiera nuestras casas, pues todas las mañanas, por ello, tenemos que
reconstruirlas. La enfadosa culebra con irritación contestó: - ¡¡Encima me llamas la
atención!! ¡¡Faltaba más hombre, el señorito Topo dándome lecciones… hombre ya!!
¡Yo haré lo que vea más adecuado, pero si me apeteciera dar coletazos a vuestras
casas y que se vengan abajo!, pues… ¡¡os fastidias y punto!!
El reptil no añadió
más y se fue dando la espalda al topo que regresó a su casa sabiendo que de un
momento a otro se desplomaría, y se vería él y el resto de familias trabajando
otra vez al día siguiente porque a la culebra le daba la gana. No estaba equivocado aquel topo y el bicho otro día más se llevó los hogares por delante al volverlos a golpear. Los
túneles se llenaron de arena y sus hogares se vinieron abajo, y los topos sin
contenerse, decidieron guardarle una broma pesada al reptil para que no tuviera
ganas de repetirlo. Sin rodeos, aguardaron el día siguiente con expectación y la
culebra después de hacer sus crueles tareas, reptó por la hierba y comenzó a
taponar los hogares de los topos como de costumbre.
Al asomarse por curiosidad a
uno de los agujeros antes de dar los golpes y de que se produjese el
taponamiento, vio comida en el interior de una de las cavidades, y sin
pensárselo ni una mitad de segundo fue hacía allí con mucha hambre. Al meterse
la culebra en el agujero cuando pensaba que podía comer al fin antes de derribar
todo, por fuera, el agujero lo sepultaron los topos con tierra antes de que
reaccionara la atacante. La asustada culebra se quejó con confusión al ver que
se caía encima de ella toda la tierra, quedando atrapada hasta que pasaron
varios días.
Los días que estuvo el bicho enterrado sin poder casi respirar fue el tiempo
que se lamentó del mal que hizo y de lo que dijo. Y desde esos días jamás los
topos y ningún habitante de aquellas explanadas, observó a aquella culebra.
FIN
Interesante fábula. ¿Qué motiva a la culebra a derribar la casa de los topos? ¿Es por pura maldad?
ResponderEliminarMe cuesta encontrar la moraleja y creo que el final es muy disperso. Al final la culebra recibe su merecido y decide no molestar más a los topos ni dejarse ver nunca más. No veo moraleja, "quien avisa no es traidor" no me parece adecuado para el caso. Al fin y al cabo, el topo no la avisó de nada, sino que la pidió que dejara de romper sus casas y se fue.
De todos modos, me ha gustado y te animo a continuar escribiendo. ¡Saludos!