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Mostrando entradas de noviembre, 2021

La culebra fastidiosa

Una culebra habitaba en un lejano campo. Enfadosa era con los demás aparte de molestar a todos los habitantes del lugar. Sin duda con los que menos hacia migas era con los topos que solo trataban ocasionalmente con la culebra debido a los fastidios que ocasionaba. Todos los días reptaba entre la hierba, molestaba a las cabras y ternerillos que tomaban el sol, pero siempre volvía al mismo punto y acababa arruinando los agujeros que hacían los topos para entrar en ellos solo por el mero hecho de que se regocijaba en el mal ajeno.      La culebra, malacostumbraba a tapar los orificios con el extremo de su larga cola, justificando esto el comportamiento y el pensamiento de los topos sobre el reptil, que para nada eran buenos... Una tarde antes de que obstruyera con la cola una de las entradas a los pequeños túneles, un topo se acercó y dijo con voz tranquila delante de la culebra: - Señora Culebra le rogaría que no taponara ni rompiera nuestras casas, pues todas las mañanas, ...

Gran príncipe Parte 2

A Juanín le llamó tanto la atención que, sin duda, comprendió al tocarla que durante meses y no menos años, sería feliz y se sentiría con una dicha que jamás se borraría de su corazón. Y así fue, desde luego. Desde aquellos días le fue fenomenal; su padre estaba enriqueciéndose, trabajo que les cambió por completo la existencia.       Con el paso de los años, hubo una vez, que Juanín sacó la pluma a pasear, cosa que jamás hiciera en el pasado, tiempo después de que falleciera ese mendigo que se hizo tan amigo del chico y de la familia. Juanín un día se encontró a unos artesanos en las puertas de su lugares de trabajo, cerca de un pueblo del gran principado, cuando el niño les saludó, y al dar la mano al jefe artesano, éste no se podía soltar de ninguna de las maneras ni aun con el mayor de los denuedos, porque Juanín al tocar antes la pluma ya todo lo que tocara en adelante se uniría a él.       Así pues, el artesano quedó cogido de la mano de J...

Gran príncipe 1 Parte

Una familia tenía tres hijos. El más pequeño de los tres lo llamaban en el gran principado –pues esas tierras las gobernaba un gran príncipe– Juanín, y Juanín sería siempre su nombre. Su padre, que era labrador, se lesionó el brazo durante dos semanas, y en ese tiempo tuvieron los hijos que encargarse de los trabajos de labranza.      El primero, el más mayor, se dirigió pronto, a primera ahora, a labrar los campos de sus padres. Nada más llegar se puso a trabajar, pero ni pasada una hora se sentó y se sacó una bota de vino tinto y un bocadillo de un chorizo exquisito. Se lo estaba comiendo y le dijo un mendigo que renqueaba acercándose, al cual, en ocasiones, viera:- ¿Me darías un poco de tu vino si no es molestia? ¿Me darías un poco de tu bocadillo? - No, es para mí. - Tan solo un pequeño trozo de pan sin chorizo y un trago corto del vino; ni lo sentirás… Pero el mayor de los tres le increpó y le empujó y le gritó: - ¡Viejo caradura! ¿Me escuchas...

El barquero del lago

Hace bastante tiempo un joven barquero llevaba de orilla a orilla del lago donde residía (pues allí a un lado del mismo tenía una casita) a muchos viajeros y caminantes que querían ir al otro lado, pues en ese margen se erguía una montaña nubosa alimentada por bosquecitos y verdes páramos que la abrazaban. El barquero trabajaba de sol a sombra desde que amanecía hasta que anochecía. Cuando el hombre dormía en su casa a veces se despertaba por temblores de miedo que sacudían su cuerpo.      Esos ruidos que le asustaban y le alertaban a un mismo tiempo se debían a que los cuentos y leyendas decían que un atroz y perverso dragón moraba en el corazón de esa tormentosa montaña. El barquero que vivió allí desde crío siempre fue prevenido por su difunto padre, del cual, por supuesto heredó el oficio que practicaba y el hogar donde vivía. Eran contados los que habitaban por allá a causa de la peligrosidad que entrañaba esa bestia escupidora de fuego y engullidora de hombres....