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Mostrando entradas de septiembre, 2022

Los cinco príncipes de la nieve

Hacía mucho tiempo se encontraba un poderoso emperador cazando en un gran y umbroso bosque con sus hombres. En una de esas veces salió disparado por un enorme ciervo que entrevió tras la maleza y tan raudo fue a por la pieza que los guardias imperiales no pudieron cogerle y le perdieron repentinamente de vista. Lo peor de todo es que el monarca no cazó al final a ese ciervo y al anochecer tuvo que detener el caballo y comprendió entonces que no tenía caminos de retorno y salidas y aunque trató de buscarlos no dio con ninguno. En ese instante tras la penetrante oscuridad le sorprendió una anciana decrépita y huesuda, que era una conjuradora. -            Buena señora –le dijo el Emperador con un tono de solemnidad y respeto-, ¿podríais indicarme alguna manera de salir del bosque? -            Claro, claro, Señor emperador. Sin andarme con rodeos –atajó apoyándose en un bastón nudoso-… podr...

Paulina y las fresas de la musaraña

Érase una vez una madre que tenía hija y era hija única y trabajaban recogiendo fresas para vendérselo a los freseros del país, pues era un país muy pequeño y era de extenso lo grande que era el arco iris que lo abarcaba. Y he aquí, últimamente, venía una musaraña y se ponía a comer de las fresas con bastante caradura. Le dijo, tras lo visto, la madre a la hija, que la niña tenía el pelo del color del oro, era bella y benévola de alma, y con una sonrisa que encantaría hasta al sol: -            ¿Por qué tenemos tantos ladrones por la zona? ¡Narices! ¡Paulina ve al huerto y echa a ese animalillo!    Y va la hija al huerto y le dice a la musaraña:  -            ¡¡Ffffussss, fusssss!! ¡Fuera! Ya vale de comerte todas las fresas. ¡Fuera!    Y dice la musaraña:  -            ¡Espera! ¡Espera! ¿Quieres niñita que te lleve a mi hogar? ¿...

Doña Bienvenida

  Doña Bienvenida era una mujer bastante guapa, de mediana edad, entrañable y con una sonrisa radiante que hasta el último hilacho de su ropa y piel contenían pura magia. La voz que tenía inspiraba el mayor de los albores del mundo y su atractiva risa revivía hasta el alma más castigada por la tristeza. Los familiares que tuvo en el pasado murieron escalonadamente y quedó únicamente ella. Su casita era singularmente fantástica, especial e incomparable a la de cualquiera.     El tejado era la oreja disecada de un inmenso elefante, la chimenea estaba hecha con la nariz de un gigante, y las paredes eran de adobe y construidas con finos leños y siendo cada leño de un color distinto. La vivienda en sí era generalmente reducida y cubierta por completo de ventanales donde colgaban adornos iluminantes.    Aquel hogar singular se ubicaba en el centro de un bosque que bien por el día era maravilloso y arrebatadoramente bello, pero por la noche era tenebroso e indesea...