El Bribón y las trece princesas
Érase un jovenzuelo popularizado a decenas de leguas a la redonda por la cantidad de veces que se fue de fiesta. No había mujer que no le conociera. A cada fiesta que iba montaba un inolvidable espectáculo en el que le convidaban a copas, las mujeres se le rifaban, y le pedían que no se bajara de las mesas para dejar de bailar. Su fama llegó a oídos de los mayores aristócratas y a ellos les llamó tanto la atención el caso que algunos se lo comentaron al Rey. Dio la casualidad que el soberano celebró un convite donde fueron los mejores y más respetados taberneros, camareros y cocineros del reino. Cada uno de ellos conocía al dedillo la historia de El Bribón y no había camarero que no le hubiera puesto una copa, cocinero que no le hubiera preparado un plato, o taberneros que no le hubieran servido. El Bribón, sin lugar a dudas, fue invitado a la celebración donde el Rey hizo gala de sus más caros y lujosos ropajes. Esto, pues, se celebró en una de las salas más grandes d...