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Mostrando entradas de agosto, 2022

El rey de hielo

Hacía un puñado de tiempo un rey vivía en un país helador y tenía por compañía a diez pingüinos que hacían las funciones de sirvientes y de amigos a la vez. El señor tenía un palacio de hielo donde comía, descansaba y dormía dignamente. Los pingüinos iban de aquí para allá, sirviéndole los almuerzos a su amo, limpiando estancias y ocupándose de los cientos de tareas que demandaba la ingente residencia del monarca.     El rey si se sentía algún día indispuesto valía con chasquear un dedo y uno de los cuantos pingüinos se presentaba ante él para servirle. Lo que siempre golpeaba el ánimo del monarca era la tristeza y las continuas depresiones. El mandatario se cansaba de pasear solo y sin compañía bajo sus fastuosos y fríos techos donde caían estalactitas.     La inmensa razón era que hacía tiempo la corona del rey se descongeló y desde que le pasó, los sirvientes que tanto le mostraron lealtad y servicio desaparecieron de una mañana a otra como si la tierra ...

La marmota y el flautín

E n un reino cada vez que anochecía los habitantes se convertían en piedra desde que hacía tiempo hubo una maldición, pero el rey era el único que durante el día y bajo la luna no se salvaba de su petrificación por culpa (declaraban muchos) de la Bruja Invisible. Durante el amanecer había una marmota que soplaba de su flautín y liberaba, recorriendo el reino, a cada uno de los habitantes de piedra para que pudieran ser otra vez humanos.     De tal forma, el rey se hallaba en piedra en el centro del reino, en mitad de un bosque tenebroso y desamparado, olvidado por la acogedora luz del mundo. La marmota tenía que ir hasta la estatua y soplar del flautín y nunca lograba que el soberano volviese a su estado normal.    Los años sucedieron y los consejeros se reunieron para departir el destino del reino y las alternativas que debían de tomar para liberar al rey de su desgracia. Por supuesto, la marmota fue invitada y por mucho que discutieran soluciones no había modo...