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Mostrando entradas de junio, 2022

El mar de las Lágrimas

Había una vez un dragón que no se comía a hombres y a nada por el estilo. En todo caso, lo contrario, refugiaba a los pobres indefensos que acogía en su cueva, situada en la cumbre más elevada de la montaña. Los dragones, en general, se ocupaban de comer carne e incendiar aldeas, pero a Giflio no le llamaban esos gustos, como, tampoco, amontonaba oro y no solía custodiar cuantiosos y lucientes tesoros. Sus vecinos dragones cazaban por las montañas de las proximidades y la hora era lo de menos, pues se disponían a ello sencillamente cuando tenían hambre. Muchas veces Giflio tenía que sacarlos de ciertos embrollos e incluso cumplía la figura que mostraba de apaciguador cuando sus íntimos se peleaban, en mayor o menor medida, con otros grandes dragones.    Amigos suyos robaban oro de muchas minas y luego Giflio tenía que venderles excusas a enanos y mineros, salvándoles el pellejo, porque, aunque se considerase el más pacífico y en el fondo fuese un dragón al borde de ser vegetar...

La alcahueta y el diamante

Por un sendero junto a un bosque paseaba un solitario caminante con su palo, que se encontró con una alcahueta, que le dijo: - Oh, tú que recorres tantos caminos y visitas tantos paraderos, ¿te gustaría tener un diamante? -            Ni lo rechazaría –contestó el caminante sinceramente-. ¿Por qué lo pregunta, señora? -            Verás… ¿ves ese árbol, caminante? –se refirióla vieja a un robusto alcornoque que estaba detrás suya-. Si llegas a sus últimas y más profundas raíces, podrás quedarte el diamante. Tendrás que cavar hondo, pero para eso tienes esta pala –y le dio una pala grande y formidable-. Será menos esfuerzo del que piensas, de verdad. -            ¿Qué quiere usted? Deseará algo me imagino. -            El diamante como he dicho te lo puedes quedar. Lo único que me interesa e...