David Calcetín 2 Parte

  Pronto todos rodearon a la princesa después de unas horas, bajo los arcos del castillo del rey, delante de las gentes de palacio y de militares que la rescataron, y por supuesto delante de su hada madrina que no hacía acto de presencia, pero estaba; todos ellos, juntos con la ardilla y David, rodeaban como digo a la princesa para ver si despertaba del hechizo.
   Pero, por un instante, se fijaron en su cara, tenía el verde rostro de una vieja repugnante y granosa. Al ver tal cambio en un segundo se asustaron y muchos, con asco y miedo, apartaron la mirada. Sólo fue el cerdito quien le lamió la cara quitándola fealdad. Aunque todavía seguía horrible. Sin embargo, cuando minutos después, el sol doró la hierba de los jardines del castillo y bañó con luz de oro polvoriento el lecho de piedra donde se hallaba dormida la princesa: sus cabellos brillaron, el semblante se encendió y hermoseó de nuevo… y en un milagroso suspiró abrió los ojos y sonrió.
   ¡Cómo se alegraron entonces!La brindaron salvas, la cogieron en volandas afectivamente; y al poco, los reyes, el rey en cabeza, llegaron con paso majestuoso, lento y firme.Entonces el capitán, de entre los hombres de armas, alegó con convencimiento: - Majestad, Sus Majestades… me es grato comunicarle a sus reales personas, que, el niño aquí presente, la ardilla y el cerdo que bien le acompañan, han sido los autores y principales cooperantes en la liberación y rescate de vuestra hija menor. Sus Majestades han de saber, pues bien, que el malhechor era el siniestro hechicero Gelmio, el mismo que ha sido vencido y que quería robaros el trono. 
   – El rey se hinchó con orgullo y con buen porte proclamó: - ¡Este chico si lo desea le concedo, por méritos, valentía y gallarda nobleza, y por gracia mía y de la reina, la mano de mi hija o cualquier bien o propiedad que anhele! ¡Y complacido quedará, pues!
-          ¡Porque tienes nuestro real permiso para lo que quieras! –terminó la augusta reina, en deuda, dirigiéndose a nuestro protagonista.
    La princesa que era joven pero que no se alejaba tanto de los años del chaval después de despedirse de su hada madrina que desapareció sin más, cogió a David de la mano en medio de aquella maravillosa fiesta y se forjó entre ellos una amistad que años más tarde desembocó en casamiento al ser ambos mayores, y la ardilla y el cerdito convivieron con los dos en el castillo.
    Luego sólo bastó para ser felices y David Calcetín siempre comió las mejores golosinas y llevó consigo sus calcetines de colores, y su abuelo, se mudó y se hizo muy buen amigo de los reyes, contando sus antiguas batallas en la guardia real. 
     Al final David pasó así a ser un respetado y conocido príncipe, se convirtió en escritor, triunfó, y escribió este mismo cuento y otros muchos que no recuerdo.    FIN

 

 

 



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