El gigante de los cereales
En un país que mi memoria no recuerda el nombre vivía un gigante en la falda de una montaña. Su casa era de piedras grandes como colinas y no tenía ventanas, pues era una especie de cueva inmensa, recogida de los bravosos vientos. Delante se extendían majadas donde pastaban sus vacas; y verdes bosques y claros que la luz plateada no dejaba ver su final. ¡Si os encontráis alguna vez por allí acordaros de estas palabras!¡Os acordaréis de las casitas alejadas de ganaderos y agricultores y de las granjas dispersas que por ahí había! Antes de despuntar el alba, el gigante recorría el país de cabo a rabo y tocaba, atrapaba y convertía en galleta de chocolate todo lo que viese suculento. Luego llegaba cansado a sus majadas, ordeñaba a la vaca gorda que más le apetecía y se preparaba para ponerse las botas. Luego el gigante se servía el cuenco de leche que era tan hondo como una poza y tan grande como un pequeño velero, y se llevaba al estómago a cientos de seres vivo...