Las mujeres flores
En un lugar muy fecundo fueron convertidas tres hermanas en flores en el verde de un ancho jardín, pero la mayor de las tres se le concedió el permiso de que durante las noches de luna podría dormir dentro de las paredes de su casa como humana, como mujer (y a veces había noches que seguía siendo flor). Ella intentaba que esas horas se hicieran eternas, pero pasaban con tanta cortedad que cuando menos lo pensaba se encontraba que al nacer el día tenía que salir afuera para reconvertirse en flor y morirse del calor, aguantar el inoportuno viento, y no poderse mover ni una pulgarada.
Encima como seres inertes debían de mantener la compostura y mantenerse en su puesto: rectos y enhiestos.
Las flores como plantas que eran no tenían la capacidad de hablar y la plena virtud de relacionarse y tenían que aguantar el zumbido de las abejas, los bocados de los bichos, y el pisoteo y el ataque de muchos herbívoros. La mayor de las tres sufría mucho por las de menos edad que ella y se sentía plenamente con una impotencia al no poder ayudarlas de algún modo.
Y lloraba y lloraba durante las madrugadas la mujer por sus hermanas y su marido guardaba su llanto en una botella de cristal iridiscente para tener un recuerdo de su mujer y a diario, ella con sus llantos, la llenaba sin falta. "- ¿Quién sabe? Si al llegar cualquier noche te quedas igual, amor mío, y no podemos ni gozar de nuestra relación durante el tiempo que permanezca la luna", le decía su marido.
"- Deseo con todo mi corazón que estos ratos cortos, aún por breves que parezcan y sean, nunca expiren. ¡Lo único! ¡Es lo único que nos queda!”, remataba la mujer.
Lo que no sabía la mujer es que su marido la mitad de la noche era moscón y es algo que le ocultó desde un inicio e intentaba evitar y no sobrevolar los capullos de esos jardines para evitar encontrarse con su mujer que, aunque ella no supiera la desgracia del marido, éste para evitar males mayores se abstuvo de ir por esos campos y se alejaba volando lejos, hasta que, entre las cuatro y las cinco de la mañana, retornaba a su constitución humana.
El marido durante ese tiempo se ponía tomar el aire, recorría sombríamente las frondas y florestas de la vecindad, y se relacionaba con otros insectos e iba investigando las comarcas cercanas. A veces se internaba el moscón dentro de las chimeneas de las casas y en una ocasión tuvo que esquivar la lengua de un gato que le persiguió locamente hasta casi comérselo, y otra vez huyó y se escondió debajo de una mesilla y luego debajo de una caja de cerillas al colarse sin querer en otra puerta, debido a que el señor de esa morada casi le aplasta de una recia manotada al verle revoloteando por una candil encendido de la cocina.
Lo bueno es que, como era tan diminuto, se pudo esconder tras sombras y entre muebles y que ese señor cascarrabias no le atrapase ni le despedazase con una mano. Y esas aventuras o malaventuras las vivía en cada espontánea escapada, acabando antes de medianoche delante de un farolillo que tenían en el porche trasero de su hogar hasta que regresaba a su forma originaria.
De cualquier modo, una noche, cuando ya se acercaba el momento y tendría que volver a ser flor la mujer bajo la luz lunar, ella le dijo a su marido: "Esposo mío, si cuando vuelvas más tarde vienes al jardín y me arrancas un rato antes del albor quedaré libre y podré estar siempre contigo y nadie nos separará en vida." Pero el marido sentía pena y no sabía si de esa forma también expiraría el mal que le corrompía a él.
A la vez siguiente fue así como lo hizo el esposo. Pero lo más complicado vino cuando volvió a ser humano alrededor de las cuatro de la mañana como era habitual y se dirigió a los jardines y no supo cuál de las tres flores era en realidad su esposa. ¿Cómo iba a adivinarlo si eran prácticamente gemelas y encima del mismo tamaño y vivos colores?
Entonces el marido se acordó de la flor rosa que coronaba la planta que era su mujer al pasar tantas veces y fijarse siendo aún moscón.
Y al darle menos la luz solar no tenía frutos ni los tallos tan anchos a diferencia de las otras y por eso el marido supo cortar la correcta y su esposa fue la mujer del pasado y él finalmente se libró de su castigo.
FIN
Comentarios
Publicar un comentario