El gusano y la bruja de la risa podrida
En un frío y ventoso campo residía un gusano que tenía la guarida a unos palmos debajo tierra. La casita era diminuta y contaba con un finísimo túnel que conectaba con la superficie. El tamaño de su vivienda no era superior al de un zapato y tenía una camita que era la pluma de un ganso, una lámpara que era el trozo reducido de un cuarto de vela, y una maravillosa bañera que verdaderamente era un dedal boca abajo. El gusano amaba del dormidero como un joyero sus diamantes. Y lo que más le gustaba era escuchar el susurro del viento las noches airosas. E l gusano se acostaba con su gorro de dormir y procuraba refugiarse antes del mediodía, pues sobre esas horas tan pronto oscurecía. Era un gusano que no quería tener demasiado que ver con sus vecinos que despreciaba al ver que nadie cuidaba la tierra excepto él. Cuando le apetecía tomar el aire se arrastraba por entre la hierba de los campos vecinos donde saludaba a otras lombrices que fertilizaban el suelo. Hubo en uno de esos camin...