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Mostrando entradas de marzo, 2022

El pinzón y las tres hijas del gran duque

Ha bía una vez un gran duque que pajareaba, pues era un excelente cazador. Pero bien entrado el día, antes de terminar su actividad de cazar se encontró con una mujer tan espléndida como el sol, de la cual se enamoró y pidió matrimonio.     La mujer, ante la presencia apuesta y noble del gran duque, cedió encantadamente. Después de casarse concibieron tres hijas. Los años que llegaron a continuación fueron prósperos y felices, pues estaban afincados en el castillo del gran duque, pegado a un bosquecillo fresco y fértil. ¡Olía a plenitud y paz.     A  este mismo bosquecillo bien solían ir a jugar al escondite las hijas de los grandes duques. Un día, cuando se divertían con sus juegos cotidianos, un pinzón descendió primorosamente ante ellas y de cierto les dijo el pájaro: -Sois las hijas del gran duque y bienaventuradas seáis. Si me dais un pelo de vuestro cabello lo plantaré para que, entonces, crezca más tarde un árbol por cada pelo vuestro.   ...

El sombrero de la suerte

En un viejo bosque solía pasear bastante un cestero que se relajaba después de muchas horas de elaborar y vender cestas. Efectuaba esos paseos a media tarde hasta que casi caía el sol en el horizonte y durante sus largos trayectos cantaba, pues era un hombre de alma alegre y noble.     Hubo una vez que el animado cestero se encontró con un anciano que tenía la barba escarlata, con túnica azulada, una larga vara y un sombrero puntiagudo que resultó ser ciertamente un mago.     De tal forma, el mago le dijo: - Veo que eres una persona muy alegre. ¿Y eso que llevas en la mano qué es? ¿Es una cesta verdad? ¡Muy bonita por cierto!  El cestero que no esperaba ese abordaje respondió felizmente como era él: - En efecto, he estado horas haciendo cestas sin cesar y siempre salgo a andar, pues me evado, me aireo y eso me ayuda mucho en mi amado oficio.     -  Eso es estupendo. ¿Me regalarías una cesta para probarla? ¡No tengo ni una! E l cestero que apa...